U N I V E R S I D A D   D E   C A N T A B R I A
 
 
   
 
  Arte y arquitectura popular   Arquitectura popular
Arte popular
 
Las manifestaciones del arte popular en Cantabria.  
    Ménsula de balconada. Viérnoles   Los conocedores del arte popular de la piedra fueron grandes estilistas, de cuya técnica han quedado sobradas muestras no sólo en la arquitectura de Cantabria, sino también en la de otras muchas regiones españolas, destacando entre ellos los canteros procedentes de Trasmiera y de Buelna, que consiguieron reflejar su experiencia en la sillería y en la decoración de todo tipo de edificios (ménsula de balconada), populares o cultos, civiles o religiosos, resultando, a propósito, bien elocuente la inspiración que para ellos significaron las obras del arte popular de la madera.

Uno de los materiales que con mayor esplendor muestran la belleza del arte popular en Cantabria es la madera. La generosidad del medio natural ha permitido que la madera haya sido abundantemente empleada tanto en las construcciones como en cualquiera de los objetos de la vida cotidiana. El hecho de que hasta finales de la Edad Media las casas rurales fueran esencialmente de madera ilustra la relevancia que hubo de tener la misma hasta ese momento. No obstante, las construcciones rurales han continuado confiriendo una gran importancia al empleo de la materia hasta nuestros días, e incluso las urbanas hasta el siglo actual. Al presente ha llegado la fuerza de este arte popular de la madera que se manifiesta en muchos de los elementos de las casas campesinas de la región, especialmente en el tallado de modillones de los aleros, de ménsulas y zapatas de los pies derechos de las balconadas, así como en el de barandas y balaustradas. En el caso de estas últimas, la talla en ocasiones deja paso al torneado trantando de conseguir el efecto estético. La rápida transformación de los espacios urbanos ha hecho desaparecer la mayor parte de las muestras de este arte popular en el uso de la madera.

En toda la región, y aun fuera de ella, ha sobrevivido el arte popular de los carpinteros y ebanistas cántabros. La producción de estos artistas ha tenido singular importancia tanto en su vertiente más rústica, como en la más refinada. De este modo, al lado de las camas, mesas, bancos, sillas y armarios dedicados a la vida diaria, y dotados de genuina hechura, hasta el siglo pasado existió una importante producción, no sólo de estos mismos muebles en su versión noble, sino también de arcas, escribanías y bargueños, que constituyen la expresión más elevada de estos artistas de la madera. Su arte dio en ocasiones lugar a la existencia de auténticas escuelas, como la de Casar de Periedo o la de los Tojos, cuyos productos traspasaron las fronteras regionales y las hispanas.

Parte de estos artesanos populares compaginaba su actividad con la labranza de la tierra o el pastoreo del ganado. En las casas de labranza se realizaban durante las largas invernadas todo tipo de aperos, siendo el excedente exportado a los mercados exteriores de la región. Aparte, muchos labradores eran expertos, como todavía en la actualidad, en el trabajo con materiales óseos (colodra), y sobre todo en la fabricación del característico calzado de madera del país, denominado abarcas o albarcas, cuyos artesanos eran conocidos con el nombre de albarqueros. Mas existían otros artesanos populares, más especializados, reputados no sólo como ebanistas, según se ha visto, sino también como doradores y como escultores de imágenes destinadas a satisfacer las necesidades de la piedad popular.

En las tierras costeras aquirió renombre el trabajo de carpintería aplicado a la construcción naval de pequeñas o grandes embarcaciones, cuya técnica era propia de los llamados carpinteros de ribera. En su versión más elevada, relativa a la construcción de galeones, los artesanos cántabros se distinguieron desde la Edad Media hasta el siglo XVIII por su depurada destreza, primero en las Reales Atarazanas de Santander, y más tarde en los astilleros de Guarnizo y de Colindres. En relación con este oficio, existía una especialidad que era la de los maestros remolares, dedicados a la construcción de remos para la navegación, que en el caso de la ciudad santanderina dieron lugar a partir del siglo XVI a una valiosa artesanía orientada a la exportación.

En el arte popular existen una serie motivos decorativos que han persistido a través del tiempo, los cuales adquieren toda su expresión en los trabajos de la madera, debido a las favorables condiciones ornamentales de este material. A menudo los objetos son minuciosamente decorados, por medio de sencillas técnicas de grabado rehundido y de incisión, empleando para ello simples navajas. En otras ocasiones, tras ser usada la azuela, los artistas populares recurren a herramientas especializadas, como las gubias y los escoplos, logrando una acabada talla a bisel (ej: arca de documentos). Es habitual la consecución de motivos geométricos, como los rombos, los cuarterones, los círculos, los radiales y las elipses. Estos motivos pueden adquirir cierta complejidad, adoptando forma de rosetas, suásticas, cruces y estrellas. Son también frecuentes los motivos naturalistas, como palmas, hojas, pámpanos, follaje, flores, floreros, etc., así como las figuras humanas y los objetos caprichosos que dan lugar a abanicos, conchas y otros. Curiosamente, algunos de estos motivos vienen repitiéndose al menos desde época romana.

El arte popular relacionado con los metales ha tenido un importante desarrollo en Cantabria. Especial notoriedad alcanzó desde finales de la Edad Media la artesanía del hierro, salida de las ferrerías cántabras, gracias a la técnica de sus excelentes ferrones. Asimismo, y en lo que atañe a la forja, es bien visible en la arquitectura regional la importancia de la rejería elaborada en las fraguas de la región (ej: reja de llar), indisoluble tanto de las rejas, como también de llaves, bocallaves y picaportes. También la artesanía del bronce ha venido avalada por una valiosa producción en la región, sobre todo en el ámbito de la construcción de campanas, donde han existido verdaderas escuelas que han actuado como transmisoras de saberes a través de la tradición oral hasta el siglo actual, constituyendo sobreslientes ejemplos los talleres de los campaneros de las Siete Villas.

Por último, el arte del trabajo en el barro de alfareros y ceramistas ha poseído tradicionalmente una significación en Cantabria que resulta inseparable de la producción de algunos alfares, parte de los cuales adquieren importancia en el siglo XVIII, como es el caso de los del Valle de Piélagos, de los de Mazcuerras, y de los de Isla y Noja. Alcanzó por entonces renombre la cerámica "de Pas", de color blancuzco, así como la conocida loza de Galizano, también blanca y ribeteada con motivos azulados, de la cual se conservan algunas significativas muestras en el Museo Etnográfico de Cantabria.

 
   
 
Respaldo de silla
 
   
 
Albarca
 
 
   
 
Colodra
 
   
 
Arca de documentos
   
 
Reja de llar
   
 
Jarrón
                                                                           
  P   A   T   R   I   M   O   N   I   O     A   R   T   Í   S   T   I   C   O