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Iglesia de Santa
María de la Asunción
(Laredo) |
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Retomando la
autovía a Bilbao se llega a Laredo, villa destacada en la historia de Cantabria,
que conserva un importante patrimonio desde época
medieval. En primer lugar hay que referirse a su iglesia
gótica de Santa
Mª de la Asunción, en la que
se encuentra el retablo de Belén; y
alrededor de ella La Puebla Vieja y El Arrabal, primitivo
núcleo de la localidad, en el que quedan restos de
muralla, en la que se abren las Puertas de Santa María
la Blanca y de Bilbao. La Puebla Vieja está organizada
en seis calles, tres verticales y tres horizontales, que
provienen de época de Alfonso VIII, quien concedió el
Fuero a Laredo en el año 1200. Así pues, el entramado
urbano de la Puebla Vieja tiene origen gótico, aunque
posteriormente hubo reformas y añadidos. Las casonas,
palacios, torres... forman un valioso conjunto. Destacan
la Casa de Zarauz, del siglo XVIII, la de Villota, la de
Hernando de Alvarado, la de Gutierrez de Rada, de la Hoz,
Diego Cacho... En plena Puebla Vieja se sitúa el convento de San
Francisco, actual convento de
Madres Trinitarias. Su construcción parte de la labor
caritativa llevada a cabo por los Franciscanos durante la
peste de 1568. En recompensa por ello, se les concedió
habitar en la villa en casa de los Villotas, y al año
siguiente se construyó el convento. En un ensanche
posterior se construyó el Ayuntamiento, situado
al pie de la Puebla Vieja, marcando la transición, desde
el punto de vista urbanístico, de la Puebla Vieja al
Laredo moderno. Es uno de los edificios más interesantes
del Renacimiento cántabro. Cerca de él, hay un
importante grupo de casas del siglo XIX. En la carretera a Bilbao se encuentra la
desviación al municipio de Liendo, en el que en sus
distintos barrios destacan varias casonas y palacios
barrocos, así como un nutrido grupo de arquitectura del
siglo XIX (casas de indianos, regionalistas...) En el
barrio de Hazas se encuentra la iglesia de Nuestra
Señora de la Asunción, edificio de planta salón de
principios del siglo XVII, que alberga en su interior una
variada colección de retablos; hay que resaltar que esta
zona fue cuna de numerosos escultores y maestros de
cantería. En el barrio de Villaviad se localiza la
ermita de San Andrés, del siglo XVI, con uno de los
pocos retablos en piedra existentes en Cantabria.
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