|  |  | Iglesia de Santa
        Lucía |  | La arquitectura de los siglos
        XIX y XX tiene en Santander una buena representación.
        Durante este tiempo se realizarán obras dentro de las
        tendencias historicista, ecléctica, modernista,
        pintoresquista, racionalista y regionalista. Destaca la
        iglesia de Santa Lucía,
        edificio ecléctico de Antonio de Zabaleta, arquitecto
        causante de la introducción del romanticismo en la
        arquitectura española. Aparece en un momento, 1868, en
        el que debido a la desamortización de Mendizábal había
        disminuido el número de iglesias en la ciudad. Dos
        décadas después, la arquitectura religiosa de la ciudad
        es fundamentalmente neogótica y la iglesia con la que se
        inaugura esta tendencia será la nueva iglesia y
        residencia del Sagrado Corazón de
        los Padres Jesuitas. Este edificio abre paso a las
        siguientes iglesias neogóticas de la ciudad: PP.
        Salesianos, Carmelitas, Salesas y Redentoristas. En cuanto a la arquitectura civil hay que señalar el Banco Mercantil del año 1900,
        obra del arquitecto Casimiro Pérez de la Riva. Edificio
        ecléctico por excelencia. Otro ejemplo ecléctico es el Ayuntamiento (1897). Su
        construcción tiene relación con la desamortización de
        1835, pues se situó en el solar del convento de San
        Francisco, antes extramuros y en aquel momento ya en el
        centro de la ciudad. Por otro lado, el desastre del
        Machichaco (1893), hace que en adelante los servicios de
        la ciudad, antes instalados en la fachada marítima,
        comiencen a replegarse al centro de la ciudad. Así pues,
        se produce un traslado del centro hasta la actual Plaza
        del Ayuntamiento. El primitivo Ayuntamiento era la mitad
        del actual. En el año 36, se derriba la iglesia de San
        Francisco, justificándolo en problemas urbanísticos, y
        en su espacio se amplía el Ayuntamiento, copiando el
        edificio en el otro lado, uniendo las dos partes con una
        espadaña que le añade un carácter regionalista.  Esta obra del primitivo Ayuntamiento está dentro de
        un Plan Extraordinario de obras municipales que incluye
        la construcción del Mercado de La
        Esperanza (1896) sobre parte del solar dejado por la
        desaparición del Convento de San Francisco. Es un buen
        ejemplo del Modernismo centroeuropeo de línea
        geométrica, integrando armoniosamente diversos
        materiales: hierro, piedra y cristal. |  |  |  |